Foto fjchain: Rubén Calatayud Balaguero, su esposa Adelita, una de sus hijas y nieto, 24/agosto/08 en el Portal de la Gloria, Córdoba, Veracruz, México.
Los precios del transporte, antes
Cuando la carretera Córdoba-Orizaba estuvo pavimentada, a finales de los 40, el precio era de 75 centavos, todo un escándalo
Cuando la carretera Córdoba-Orizaba estuvo pavimentada, a finales de los 40, el precio era de 75 centavos, todo un escándalo
Rubén Calatayud
Para Grandes Montañas
Córdoba, Veracruz,México
14 de septiembre 2008
Don Arturo Ferrer, conocido en mi familia como “el tío Arturo” por razones de parentesco efectivo, tenía hace ya muchos años en Córdoba un negocio muy especial: alquilaba caballos.
Aquellos que tenían que salir a la zona rural y lejos se acercaban a don Arturo que tenía muy buen ojo para saber a quién podía confiar un animal, que lo tratara bien, que le diera de comer y de beber y, sobre todo, que se lo devolviera.
Los precios variaban de acuerdo con la bestia, la distancia a recorrer y el tiempo requerido para la marcha y el regreso. A menudo relato a mis hijos como ha sido que los precios de los transportes han venido subiendo; cuando los tranvías eran el medio para llevar y traer gente el boleto costaba cinco centavos; era muy barato por un recorrido que se iniciaba en la plazuela de San José y terminaba en el barrio de las Estaciones.
Don Ramón Becerra Andrade, tabasqueño de origen y recordado sólo por los viejos cordobeses, vino a dar aquí como Agente de la Lotería Nacional. Fue socio del Club Rotario y acostumbraba ir al cine con el señor Mantilla, quien le iba contando el desarrollo de la película. Ramoncito tuvo en su tierra una juventud muy agitada; conocía a todos los tabasqueños ilustres y llegó a secretario particular del gobernador, a quien acompañaba a veces a la ciudad de México para tratar con don Porfirio Díaz; después de la charla entre ambos mandatarios el general ordenaba que algún conductor los paseara por la calles de la ciudad capital en carretela.
Ramoncito contaba cómo en Villahermosa el primer pasajero que se subiera al tranvía pagaba los boletos a todos los que iban subiendo; que él fue cobrador de una casa comercial y cuando pasaba a recoger los abonos en casa de los clientes, era invitado a tomar chocolate. En aquellos días Villahermosa era un pueblecillo aislado y sus habitantes integraban una gran familia. Don Ramón perdió la vista por completo pero ese impedimento no le quitó lo enamorado.
Al parecer en Córdoba los primeros autos de alquiler, la tarifa por un viaje del centro a las Estaciones era de diez centavos. Más tarde se organizó la cooperativa de autotransportistas y también la tarifa era muy baja pero, además, había planillas con las que se ahorraban unos cuantos centavos.
Cuando la carretera Córdoba- Orizaba estuvo pavimentada, a finales de los años 40, el precio llegó a valer hasta 75 centavos, un verdadero escándalo. También los ferrocarriles Mexicano y el Istmo transportaban mucho pasaje, siendo los precios sumamente bajos aparte que, a últimas fechas, en el Istmo el cobrador se embolsaba el importe de los boletos que el pasaje no había logrado comprar en la ventanilla.
El ferrocarril del Huatusquito expendía boletos de San Antonio a las Estaciones; era ese un hermoso recorrido en medio de la espléndida vegetación de las riberas del río San Antonio... y costaba sólo diez centavos.
Aquellos que tenían que salir a la zona rural y lejos se acercaban a don Arturo que tenía muy buen ojo para saber a quién podía confiar un animal, que lo tratara bien, que le diera de comer y de beber y, sobre todo, que se lo devolviera.
Los precios variaban de acuerdo con la bestia, la distancia a recorrer y el tiempo requerido para la marcha y el regreso. A menudo relato a mis hijos como ha sido que los precios de los transportes han venido subiendo; cuando los tranvías eran el medio para llevar y traer gente el boleto costaba cinco centavos; era muy barato por un recorrido que se iniciaba en la plazuela de San José y terminaba en el barrio de las Estaciones.
Don Ramón Becerra Andrade, tabasqueño de origen y recordado sólo por los viejos cordobeses, vino a dar aquí como Agente de la Lotería Nacional. Fue socio del Club Rotario y acostumbraba ir al cine con el señor Mantilla, quien le iba contando el desarrollo de la película. Ramoncito tuvo en su tierra una juventud muy agitada; conocía a todos los tabasqueños ilustres y llegó a secretario particular del gobernador, a quien acompañaba a veces a la ciudad de México para tratar con don Porfirio Díaz; después de la charla entre ambos mandatarios el general ordenaba que algún conductor los paseara por la calles de la ciudad capital en carretela.
Ramoncito contaba cómo en Villahermosa el primer pasajero que se subiera al tranvía pagaba los boletos a todos los que iban subiendo; que él fue cobrador de una casa comercial y cuando pasaba a recoger los abonos en casa de los clientes, era invitado a tomar chocolate. En aquellos días Villahermosa era un pueblecillo aislado y sus habitantes integraban una gran familia. Don Ramón perdió la vista por completo pero ese impedimento no le quitó lo enamorado.
Al parecer en Córdoba los primeros autos de alquiler, la tarifa por un viaje del centro a las Estaciones era de diez centavos. Más tarde se organizó la cooperativa de autotransportistas y también la tarifa era muy baja pero, además, había planillas con las que se ahorraban unos cuantos centavos.
Cuando la carretera Córdoba- Orizaba estuvo pavimentada, a finales de los años 40, el precio llegó a valer hasta 75 centavos, un verdadero escándalo. También los ferrocarriles Mexicano y el Istmo transportaban mucho pasaje, siendo los precios sumamente bajos aparte que, a últimas fechas, en el Istmo el cobrador se embolsaba el importe de los boletos que el pasaje no había logrado comprar en la ventanilla.
El ferrocarril del Huatusquito expendía boletos de San Antonio a las Estaciones; era ese un hermoso recorrido en medio de la espléndida vegetación de las riberas del río San Antonio... y costaba sólo diez centavos.
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