Origen de las zapaterías
Rubén Calatayud
para Grandes Montañas
Córdoba, Ver. 21/sept/08
En toda la región las lluvias excesivas de la temporada han dañado las viviendas humildes. El gobierno coopera repartiendo (o vendiendo a precios rebajados) laminas de zinc y de cartón; aquellos que por necesidad se han plantado en las riberas de los ríos han padecido más al perder sus escasos bienes, aparte que las aguas que entran a sus casas están contaminadas.
Ya en una ciudad como Córdoba, cabecera del distrito, justo es recordar que los drenajes pluviales son insuficientes o han sido tapados. Quieras que no, la gente que necesita caminar bajo la lluvia, al amparo de hules, sombrillas o paraguas, tiene que mojarse los pies y el calzado pues las calles se convierten en verdaderos ríos en tanto que de los drenajes salen como fuentes las aguas que por su volumen superan a los caños. Estos fueron hechos en tiempo del porfiriato, cuando se dotó a la pequeña población de los servicios del agua entubada (no potable) y de las aguas negras. El agua se captó en el municipio de Chocamán y llegaba hasta los Filtros, donde se realizó una obra importante con tanques de captación y sedimentación, para que el líquido llegara más o menos limpio al caserío. Y los desechos fueron dirigidos al río de San Antonio, habiendo a principios del siglo XIX numerosos pozos y excusados de hoyo, algunos de éstos con un primitivo sistema de filtro que permitía que las heces fecales se quedaran en parte de arena y permitieran salir el agua (fosas sépticas).
El río se contaminaba desde la Calle Uno hacia abajo, permitiendo que la gente lavara la ropa, se bañara y nadara río arriba.
El mencionado curso de agua en el lado de abajo, donde ésta Piedra Gorda, se une al río Seco; éste es afluente del Atoyac y éste a su vez engrosa las aguas del Cotaxtla, que va a desembocar al mar en Boca del Río. La creencia era de que las aguas negras de Córdoba se iban limpiando hasta antes de llegar a San Lorenzo de Cerralvo, lo que era una soberana mentira.
Hoy, cuando la población ha crecido, el problema de las aguas residuales ha aumentado de manera desproporcionada.
Las aguas pluviales no inundan porque escurren hacia el oriente, o como se dice aquí, hacia abajo. Los ríos que se forman en las avenidas van a causar problemas a los vecinos de Las Arboledas, entre otros. El que fue pequeño Arroyo de la Sidra, merced a las cargas contaminadas, ruge con fuerza pero su caudal no le quita lo insalubre y pestilente. Ese arroyo y otros del sur de la ciudad descargan en un río llamado tepachero, que perjudica a los que viven en Amatlán y Cacahuatal.
Se ha descuidado totalmente el drenaje pluvial y el que dejó don Porfirio funciona en una pequeña parte de la población o ha sido tapado o es insuficiente.
Como los aguaceros anualmente siguen arreciando, los cordobeses seguimos con los pies mojados o echando a perder el calzado. Por ello hay tantas zapaterías.
Ya en una ciudad como Córdoba, cabecera del distrito, justo es recordar que los drenajes pluviales son insuficientes o han sido tapados. Quieras que no, la gente que necesita caminar bajo la lluvia, al amparo de hules, sombrillas o paraguas, tiene que mojarse los pies y el calzado pues las calles se convierten en verdaderos ríos en tanto que de los drenajes salen como fuentes las aguas que por su volumen superan a los caños. Estos fueron hechos en tiempo del porfiriato, cuando se dotó a la pequeña población de los servicios del agua entubada (no potable) y de las aguas negras. El agua se captó en el municipio de Chocamán y llegaba hasta los Filtros, donde se realizó una obra importante con tanques de captación y sedimentación, para que el líquido llegara más o menos limpio al caserío. Y los desechos fueron dirigidos al río de San Antonio, habiendo a principios del siglo XIX numerosos pozos y excusados de hoyo, algunos de éstos con un primitivo sistema de filtro que permitía que las heces fecales se quedaran en parte de arena y permitieran salir el agua (fosas sépticas).
El río se contaminaba desde la Calle Uno hacia abajo, permitiendo que la gente lavara la ropa, se bañara y nadara río arriba.
El mencionado curso de agua en el lado de abajo, donde ésta Piedra Gorda, se une al río Seco; éste es afluente del Atoyac y éste a su vez engrosa las aguas del Cotaxtla, que va a desembocar al mar en Boca del Río. La creencia era de que las aguas negras de Córdoba se iban limpiando hasta antes de llegar a San Lorenzo de Cerralvo, lo que era una soberana mentira.
Hoy, cuando la población ha crecido, el problema de las aguas residuales ha aumentado de manera desproporcionada.
Las aguas pluviales no inundan porque escurren hacia el oriente, o como se dice aquí, hacia abajo. Los ríos que se forman en las avenidas van a causar problemas a los vecinos de Las Arboledas, entre otros. El que fue pequeño Arroyo de la Sidra, merced a las cargas contaminadas, ruge con fuerza pero su caudal no le quita lo insalubre y pestilente. Ese arroyo y otros del sur de la ciudad descargan en un río llamado tepachero, que perjudica a los que viven en Amatlán y Cacahuatal.
Se ha descuidado totalmente el drenaje pluvial y el que dejó don Porfirio funciona en una pequeña parte de la población o ha sido tapado o es insuficiente.
Como los aguaceros anualmente siguen arreciando, los cordobeses seguimos con los pies mojados o echando a perder el calzado. Por ello hay tantas zapaterías.
*Nota del editor: No, pos sí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario