domingo, 7 de septiembre de 2008

ALGUNOS MOTIVOS ÁRABES E ISLÁMICOS EN LA OBRA DE BORGES




ALGUNOS MOTIVOS ÁRABES E ISLÁMICOS
EN LA OBRA DE BORGES

Por Pablo Tornielli
vyt@sinectis.com.ar

http://www.borges.pitt.edu/bsol/pdf/tornielli.pdf



ALGUNOS MOTIVOS ÁRABES E ISLÁMICOS
EN LA OBRA DE BORGES


Por Pablo Tornielli
vyt@sinectis.com.ar


Un profesor egipcio


Ha sido poco divulgado que Jorge Luis Borges (Buenos Aires 1899-Ginebra 1986),
durante sus últimos días, en Ginebra, llegó a tomar clases de idioma árabe.
En un artículo publicado en La Nación, Héctor D'Amico refirió este episodio1, que
supo a su vez de María Kodama, esposa del escritor. En sus últimas semanas, Borges,
que "se había propuesto que la enfermedad no interfiriera en su vida", tomó con su
esposa algunas clases de árabe. Un profesor egipcio que vivía en Lausanna fue citado
por María Kodama al hotel donde ambos residían. Kodama lo recibió en el lobby. De
acuerdo con el relato de D'Amico, "ella sugirió entonces que subiera porque alguien
más iba a participar de la clase. El egipcio sonrió. Cuando María abrió la puerta, el
recién llegado reconoció de inmediato al anciano y se puso a llorar. Había leído la
obra completa de Borges en francés. Propuso enseñarles árabe sin cobrar, pero ellos
no aceptaron2".
El poeta octogenario y ciego no podía apreciar la poderosa silueta de los caracteres
arábigos sobre el papel. Tampoco podía aspirar al dominio de una lengua tan compleja y
que hasta entonces ignoraba por completo. ¿Qué fascinación secreta lo llevó a
emprender un estudio predestinado a quedar inconcluso? ¿Qué sensaciones pasaron por
su mente al oír de labios del egipcio los suntuosos sonidos de la lengua del Dad? Este
artículo quiere ser una respuesta a esas preguntas, pretensión exagerada que no ha de
cumplirse sino en minúscula medida.


La confiabilidad de las fuentes


Al citar una obra, o una palabra, en árabe, Borges dependía de la precisión de sus
fuentes. Con ambigua modestia, llegó a decir: "El hecho de desconocer el griego y el
árabe me permitía leer, digamos, la Odisea y Las mil y una noches, en muchas
versiones distintas, de suerte que esa pobreza me llevaba también a una suerte de
riqueza"3.
Es evidente que Borges tuvo a menudo la fortuna de elegir las mejores versiones de
entre las disponibles, hecho que explica la exactitud de sus citas y referencias a obras
clásicas de la literatura árabe o islámica.
Expongamos algunas de estas referencias, en un orden aproximadamente cronológico.


Traducciones de voces árabes.
Historia universal de la infamia (1935) no contiene sino resúmenes, admirablemente
redactados, de historias ya narradas por otros. Sus exuberantes metáforas justifican que
el propio escritor, en el prólogo a la edición de 1954, calificara de barroco al estilo en el
que están compuestas. Según el propio Borges, "son el irresponsable juego de un tímido
que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin


1 "Una visita a Borges", por Héctor D'Amico. La Nación del 20 de noviembre de 1993, página 7, primera
sección.
2 Idem.
3 "Siete conversaciones con Jorge Luis Borges", por Fernando Sorrentino. Casa Pardo S.A., Buenos Aires
1974, página 71.
© Borges Studies on Line, 2001 back to I N D E X


justificación estética alguna vez) ajenas historias"4. Una vez más, apelaba el poeta a la
modestia exagerada. El libro contiene el relato El tintorero enmascarado Hákim de
Merv, historia de un falso profeta del Jorasán5 que esconde su rostro tras una máscara o
velo, pretendiendo que debe ocultarlo para proteger a los demás del brillo fulminante de
su mirada prodigiosa. Hákim logra la adhesión de muchos seguidores, arma un ejército
y fragua una religión esotérica mezclando el Islam con doctrinas gnósticas. Ya
derrotado, se descubre que su máscara no oculta otra cosa que los estigmas de la lepra.
Las primeras líneas del relato contienen la traducción del apelativo árabe de este falso
profeta: Al Moqanna [sic], que Borges vierte como "Velado o más estrictamente
Enmascarado". En efecto, trátase de la voz árabe !"#$% y la traducción que aporta
nuestro narrador es exacta.
La edición de 1954 agregó a Historia universal de la infamia varios cuentos muy
breves, tres de los cuales se vinculan con la cultura islámica: Historia de los dos que
soñaron, que proviene de Las mil y una noches; El espejo de tinta, que transcurre en
Sudán; y el extraño relato Un doble de Mahoma, limitado a dos párrafos e inspirado en
Swedenborg6.
Ficciones agrega a la galería de imágenes borgianas numerosos elementos temáticos
relacionados con la cultura árabe y el Islam. En una de sus historias, El acercamiento a
Almotásim, nuevamente Borges incurre en el riesgoso ejercicio de proporcionar la
traducción de una palabra en un idioma desconocido para él, como el árabe, sin la
posibilidad de recurrir a un diccionario, debido a la diferencia de alfabetos. Sin embargo
sale airoso del trance, gracias, seguramente a la consulta de fuentes fidedignas.
"Almotásim ... quiere decir etimológicamente 'El buscador de amparo'"7, sostiene en
uno de los pasajes de este cuento. En efecto; el vocablo arábigo mu'tasim &'()% es el
participio activo del verbo &'(*+ (i'tasama) es decir "precaverse, defenderse,
refugiarse".
También a Ficciones pertenece El milagro secreto, que transcurre en Praga durante la
ocupación nazi de la entonces Checoslovaquia, y cuyo protagonista es un escritor judío
condenado a muerte por los invasores. En el cuento, Dios concede a la víctima una
prolongación del tiempo: los breves instantes frente al pelotón de fusilamiento son para
el condenado un año, durante el cual logra terminar una obra literaria en su mente. El
epígrafe del cuento es una cita del Corán, segunda azora, aleya 2618: "Y Dios lo hizo
morir durante cien años y luego lo animó y le dijo: -Cuánto tiempo has estado aquí? -
Un día o parte de un día, respondió". Según el Corán, Dios sometió a esa prueba a un
hombre que al pasar frente a una ciudad en ruinas dudó que alguien, incluso Él, pudiera
revivirla. La traducción, cuyo autor no se cita, sería inobjetable a no ser por una palabra:
"aquí", en lugar de "así", pues en realidad Dios pregunta al escéptico ¿cuánto tiempo
has estado así? Es decir, cuánto tiempo ha estado muerto. Es probable que el error sea
de imprenta, o de transcripción, dado el parecido entre ambas palabras. En todo caso, el
texto original del Corán prescinde de circunstanciales: "¿cuánto permaneciste?" podría
ser la traducción literal del árabe ,-./0&1 "kam labizta".



4 "Historia universal de la infamia", Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1986, página 10.
5 Región en el nordeste de Irán.
6 Emanuel Swedenborg (1688-1772). Teólogo y místico sueco que incursionó en la filosofía, la
matemática y las ciencias naturales. Rechazó los dogmas de la Trinidad, el pecado original y el castigo
divino.
7 "Ficciones". Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1965, página 41.
8 La mayoría de los ejemplares coránicos numeran esta aleja como 259. Borges cita una numeración
menos difundida, pero igualmente válida.
© Borges Studies on Line, 2001 back to I N D E X


La metáfora del camello ciego.
La obra narrativa que contiene más tópicos de la clase que estamos tratando es El
Aleph (1949), que incluye entre otras brillantes piezas el exquisito La busca de
Averroes, además de El Zahir, Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto, y Los dos
reyes y los dos laberintos (los dos últimos agregados en la edición de 1952).
En El Zahir, Borges nuevamente se respalda en fuentes seguras para postular el
significado de una palabra en un idioma de alfabeto y gramática desconocidos para él.
Dice el poeta: "Zahir, en árabe, quiere decir notorio, visible; en tal sentido, es uno de
los noventa y nueve nombres de Dios"9. La palabra a la que hacía referencia es la
transcripción de 2345"záhir". Tanto la traducción como la pertenencia a los noventa y
nueve apelativos son ciertas.
La busca de Averroes imagina una conversación entre varios sabios. En su curso,
Abdalmálik, después de ponderar la poesía de los árabes, "motejó de anticuados a los
poetas que en Damasco o en Córdoba se aferraban a imágenes pastoriles y a un
vocabulario beduino. Dijo que era absurdo que un hombre ante cuyos ojos se dilataba
el Guadalquivir celebrara el agua de un pozo. Urgió la conveniencia de renovar las
antiguas metáforas; dijo que cuando Zuhair comparó al destino con un camello ciego,
esa figura pudo suspender a la gente, pero que cinco siglos de admiración la habían
gastado. Todos aprobaron ese dictamen, que ya habían escuchado muchas veces, de
muchas bocas. Averroes callaba. Al fin habló, menos para los otros que para él
mismo"10. En la conversación imaginaria, Averroes contesta: "Zuhair, en su mohalaca,
dice que en el decurso de ochenta años de dolor y de gloria, ha visto muchas veces al
destino atropellar a los hombres, como un camello ciego. ... El [verso] de Zuhair,
cuando éste lo compuso en Arabia, sirvió para confrontar dos imágenes, la del viejo
camello y la del destino: repetido ahora, sirve para memoria de Zuhair y para
confundir nuestros pesares con los de aquel árabe muerto"11.
Hace un tiempo, le exhibí el relato en cuestión a un culto y asombrado amigo libanés,
que en seguida reconoció el verso de Zuhair, lo recitó de memoria y lo escribió a mi
pedido en un papel, con todas sus vocales breves y signos diacríticos. Con la reliquia en
mis manos consulté una breve crestomatía de textos de Zuhair en árabe y di felizmente
con el verso. La línea manuscrita por mi amigo tenía un único error; un error que sólo
podría haber cometido un árabe o alguien con el más completo dominio del idioma. Mi
papel comenzaba "He visto a la muerte...", mientras que el poema impreso decía
literalmente "He visto a los destinos...":
67829:8;8<0=26">8)=?09@6A9B=C09D8%8E0=F9(6>=C0000009G6'=C09D8%08HI8J9K8*08L9.8M048?48#8>/I0=,9?8N8O
Una traducción literal del poema sería:
He visto a los destinos embestir cual camello ciego: a quien le acierta
mata y a quien le yerra vive y es longevo.
¿"La muerte" o "los destinos"? La palabra 4?4#% (manáia) es el plural fracto de
P";#%0(maníyah); la voz en singular, según la correspondiente entrada en el diccionario


9 "El Aleph". Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1962, página 127.
10 "El Aleph". Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1996, páginas 154 y 155.
11 Idem, 155 a 157.
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de Federico Corriente, significa muerte o destino12. Pero en plural, la acepción figurativa
"muerte" parece ser más viable. El comentador de la crestomatía consultada la traduce
directamente como la muerte, y agrega que HI8J9K8*0('ashwa·) es "la camella que de noche
no distingue lo que está frente a ella"13.


El Islam en imágenes
Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto contiene un epígrafe coránico: es la aleya
de la que deriva el nombre de la azora número veintinueve, titulada La araña: "...son
comparables a la araña, que edifica una casa..."14. A lo largo del cuento, una intriga
urdida en el Sudán encuentra su desenlace en Cornwall.
Otras inquisiciones es una colección de ensayos de las décadas del '40 y del '50, que
tratan una gran variedad de temas. A los iraníes siempre les ha resultado sorprendente la
fama que en Occidente tiene Omar Khayyam, a quien consideran un poeta secundario
comparado con Hafez, menos nombrado en nuestro hemisferio. La lectura del ensayo El
enigma de Edward Fitzgerald15 podría contribuir a despejar el asombro persa. Fitzgerald
(1809-1883) tradujo al inglés los cuartetos o "rub'ayat" de Omar Khayyam con
resultado tan feliz que convirtió a su traducido en un clásico de la literatura inglesa.
En La cifra (1981) está incluido el poema Ronda16, una enumeración de imágenes
muy diversas que el autor asocia con el concepto de Islam: las espadas, los ejércitos, la
rosa del sufí, el álgebra, los comentaristas de Aristóteles y un "cóncavo silencio de
patios". Ronda es un contraste entre imágenes despojadas de cualquier valor político o
ideológico, seleccionadas exclusivamente por sus connotaciones estéticas.
Hemos comentado algunos pasajes de Borges, siguiendo un displicente orden
cronológico, y he aquí que nos acercamos a los últimos años de su producción literaria.
Los conjurados (1985) fue el último de sus libros, y no carece de referencias al Islam.
Están en el poema De la diversa Andalucía17. Igual que en Ronda, un lugar es definido
por el conjunto de imágenes que el escritor evoca. Andalucía, por lo tanto, es, entre
muchas otras cosas, "La mezquita y el arco. La cadencia / del agua del Islam en la
alameda...".
Epílogo
En obras muy breves (sus ensayos, poemas y cuentos tienen todos esa cualidad),
Borges creó una impresionante galería de imágenes con gran poder de sugerir
significados. El lector iniciado en su obra entabla con el autor una especie de
complicidad; se familiariza con el poder de sugestión de ciertas palabras recurrentes:
espejo, tigre, biblioteca, laberinto. Pronto adquiere una geografía borgiana, donde
Palermo, Ginebra, Islandia, Japón, Jorasán, Londres, son elementos que se mezclan con
naturalidad. Las imágenes de Borges son tan diversas y sus connotaciones tan
poderosas, que al cabo de varios volúmenes se tiene la sensación de haber aprendido
una especie de lenguaje, al punto de haberse editado diccionarios borgianos que
someten su exuberante código de símbolos a la ingenua clasificación alfabética.


12 Federico Corriente. Diccionario Arabe - Español, segunda edición, Instituto Hispano Arabe de Cultura,
Madrid 1986, página 733.
13 Sharh diwan Zuhair ibn abi Sulma ("Antología de Zuhair ibn abi Sulma"). Al-maktabah az-ziqafíah
(i.e. "Biblioteca Cultural"). Beirut, sin fecha. Tampoco se menciona el nombre del comentarista, a pesar
de lo oportuno de sus observaciones y su cuidada compilación.
14 La numeración más extendida de esta aleya, perteneciente a la azora XXIX, es 41.
15 "Otras inquisiciones". Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1986.
16 "La cifra". Jorge Luis Borges. Emecé, Buenos Aires 1986, página 13.
17 "Los conjurados". Jorge Luis Borges. Alianza Editorial, Buenos Aires 1986, página 81.
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En ese código de voces simbólicas, con intenso poder de sugestión, se incluyen
notablemente el Corán, las Mil y una noches, el álgebra, los patios de Andalucía,
Averroes, Omar Khayyam. Los pasajes que aludimos en este artículo, distribuidos a lo
largo de cincuenta años, son apenas algunas muestras; la enumeración completa de
todas las referencias al Islam y a la cultura árabe en Borges excede las pretensiones de
esta nota.
Borges fue un devoto de la literatura, capaz de reverenciar un texto religioso por su
carácter de clásico de la literatura (la Biblia y el Corán) o una doctrina filosófica por su
valor literario (Shopenhauer, Berkeley, Swedenborg). Su devoción literaria fue más
intensa que muchas devociones religiosas y sus más profundas emociones vitales
parecen haber surgido de su contacto con los clásicos de la literatura y la filosofía.
En aquella mañana ginebrina de 1986, cuando vivía sus últimos días, Borges habrá
tenido tiempo para aprender unos pocos fonemas del idioma árabe. ¿Interrogó quizás a
su profesor sobre las palabras Zahir, al-Moqanna, al-Motásim? ¿Tuvo el tiempo
suficiente para reconocer el rotundo sonido de las consonantes, intentó pronunciarlas?
Por breve que fuera, tomó algún contacto con el idioma del Corán y de Averroes. Sintió
sin duda, en la delicada penumbra de la ceguera, un tenue vértigo. En minúscula escala,
estaba superando una barrera. La mezquita y el arco, el agua del Islam, los viejos
símbolos, estaban más cerca. Sintió tal vez la emoción del creyente frente al objeto de
culto.
Perdone el lector estas pretensiosas conjeturas.
Buenos Aires
octubre de 2001

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