Laura Fdez-Montesinos Salamanca
Nadie hubiésemos pensado que nuestra actitud generaría tarde o temprano los terribles acontecimientos que estamos sufriendo. Nunca hubiésemos imaginado que actos terroristas se perpetrasen en un país que presumía de “paz social”, aunque fuese falsa, y se sustentase en la negación de la existencia de grupos armados, a consecuencia de la desigualdad social, injusticias amparadas en las altas esferas, y el más reciente fraude electoral, cuya evidencia ha provocado tal resentimiento, que de no haberse adelantado el terrorismo, es probable que hubiese generado un estallido social.
El pueblo de México sobrevive con una herencia que ha estado socavando lentamente los pilares sociales en los que se mantenía, y los cuales parece que no hemos querido reforzar, sino derribar, a juzgar por nuestra actitud.
Los terribles acontecimientos de Morelia, Estado de México, Veracruz, etc., son producto de una consecuencia, no de unos cuantos locos que matan gente por el solo gusto de hacerlo. Nosotros hemos dado lugar a que se geste y se produzca, con una actitud pasiva y apática, permitiendo desde los cínicos fraudes de la dictadura, el saqueo indiscriminado a los recursos del país, la intromisión de extranjeros en asuntos internos, hasta asesinos y pederastas, incluidos sus protectores, manipulando desde el gobierno.
La dictadura padecida con el PRI durante 73 años, y ahora la del PAN nos entierra. Por un lado se nos ha corrompido con despensas y bocadillos en falsos y retrógrados mítines. Por otro, se nos han cortado progresivamente las alas de nuestra libertad: de expresión, de información, de educación decente para los niños, para hacer de ellos entes sin capacidad ni información y por tanto fácilmente manipulables. Los ciudadanos nos convertimos en rebaños de ovejas manejados por perros políticos, dominándonos a placer sin que opusiésemos resistencia. Colaboramos con la corrupción hasta hacerla insostenible: desde los salario-mordida de los agentes de tránsito que el gobierno aprueba para embolsárselos, a la falta de servicios obligatorios, que al no exigir tenemos que pagar: limpia pública, servicios médicos, asfaltado de calles, resolución de conflictos o denuncia en caso de delitos en ministerios públicos y juzgados, viviendas, nuevos y estrambóticos impuestos por doquier que enriquecen a políticos que no cumplen con su obligación, por un plan de vida que supone el crecimiento, a costa siempre de los derechos del desposeído, que por otra parte pisoteamos sin piedad en nuestra escalada, mostrándoles nuestra peor cara: la vida pasa por corromper a quién sea con tal de ganar. Sin prejuicios ni moralidad alguna, compasión, y menos vergüenza.
El problema actual de inseguridad no es únicamente producto de la incapacidad de un gobierno, por demás inexistente, que al no poder demostrar su legalidad, intenta en un acto desesperado, mostrar al pueblo que combatirá con la fuerza cualquier atisbo de desacuerdo, tal cual una dictadura militar. No obstante carreteras y calles se han llenado de retenes militares. No obstante son más de cinco mil muertos en la fatídica gestión de un gobierno acéfalo, porque el fallido e inútil combate al narcotráfico no ha hecho más que impulsar la violencia con saldos de metralla que se incrustó en la carne de ciudadanos comunes que nada tienen que ver con el narco ni con la política.
El mexicano no ha sabido exigir de sus líderes el comportamiento adecuado, el cumplimiento de promesas y obligaciones de cualquier estado. Anulado su espíritu de lucha, ha preferido padecer sin protestar, sin exigir, sin mostrarse disconforme ante las injusticias y los atropellos, dejándose seducir por la mordida y los negocios fáciles, sin calibrar las consecuencias. Ha supeditado sus intereses particulares ofreciéndose al político en turno para obtener beneficios en lugar de ganárselos con trabajo. Votando por la corrupción, la línea acomodaticia de vida se ha hecho cada vez más laxa, hasta liberar a los gobernantes de su obligación, mientras hacían la vista gorda y pactaban con los narcotraficantes a cambio de jugosas corruptelas, y cuyo poder ha ido in crescendo, hasta que este gobierno, en su ineficacia y falto de planeación, ha pretendido presumir de duro. Pero más duro es el muro con el que se ha topado. Hoy día es casi imposible pensar en algún político libre de intereses, corrupción o amenazas por el crimen organizado o narcotráfico. Y todos y cada uno de nosotros lo hemos permitido.
El cambio o solución no es más y mejor entrenada policía o ejército, o soldados enviados al matadero para enfrentarse con grupos mejor organizados que un gobierno incapaz y falto de ideas y soluciones, sino por ejemplarizarnos a nosotros mismos, por darnos cuenta que la falta de valores, la apatía, la dejadez, la falta de exigencia de derechos y obligaciones, lacera nuestros cimientos. Son la información y la educación, la lucha, el trabajo, la capacitación adecuada de cada profesional, para cumplir efectiva y eficazmente con el trabajo, para saber exigir nuestros derechos y hacerlos valer, para denunciar y exigir el esclarecimiento cuando existen daños, impidiendo las mordidas, exigiendo la destitución de criminales en el poder, y la desinformación con que nos manejan unos medios corruptos por el poder y el dinero tanto como los políticos para los que trabajan, las mejores armas para salir de la “colombianización” en la que hemos caído.
laurafdez27@hotmail.com
El pueblo de México sobrevive con una herencia que ha estado socavando lentamente los pilares sociales en los que se mantenía, y los cuales parece que no hemos querido reforzar, sino derribar, a juzgar por nuestra actitud.
Los terribles acontecimientos de Morelia, Estado de México, Veracruz, etc., son producto de una consecuencia, no de unos cuantos locos que matan gente por el solo gusto de hacerlo. Nosotros hemos dado lugar a que se geste y se produzca, con una actitud pasiva y apática, permitiendo desde los cínicos fraudes de la dictadura, el saqueo indiscriminado a los recursos del país, la intromisión de extranjeros en asuntos internos, hasta asesinos y pederastas, incluidos sus protectores, manipulando desde el gobierno.
La dictadura padecida con el PRI durante 73 años, y ahora la del PAN nos entierra. Por un lado se nos ha corrompido con despensas y bocadillos en falsos y retrógrados mítines. Por otro, se nos han cortado progresivamente las alas de nuestra libertad: de expresión, de información, de educación decente para los niños, para hacer de ellos entes sin capacidad ni información y por tanto fácilmente manipulables. Los ciudadanos nos convertimos en rebaños de ovejas manejados por perros políticos, dominándonos a placer sin que opusiésemos resistencia. Colaboramos con la corrupción hasta hacerla insostenible: desde los salario-mordida de los agentes de tránsito que el gobierno aprueba para embolsárselos, a la falta de servicios obligatorios, que al no exigir tenemos que pagar: limpia pública, servicios médicos, asfaltado de calles, resolución de conflictos o denuncia en caso de delitos en ministerios públicos y juzgados, viviendas, nuevos y estrambóticos impuestos por doquier que enriquecen a políticos que no cumplen con su obligación, por un plan de vida que supone el crecimiento, a costa siempre de los derechos del desposeído, que por otra parte pisoteamos sin piedad en nuestra escalada, mostrándoles nuestra peor cara: la vida pasa por corromper a quién sea con tal de ganar. Sin prejuicios ni moralidad alguna, compasión, y menos vergüenza.
El problema actual de inseguridad no es únicamente producto de la incapacidad de un gobierno, por demás inexistente, que al no poder demostrar su legalidad, intenta en un acto desesperado, mostrar al pueblo que combatirá con la fuerza cualquier atisbo de desacuerdo, tal cual una dictadura militar. No obstante carreteras y calles se han llenado de retenes militares. No obstante son más de cinco mil muertos en la fatídica gestión de un gobierno acéfalo, porque el fallido e inútil combate al narcotráfico no ha hecho más que impulsar la violencia con saldos de metralla que se incrustó en la carne de ciudadanos comunes que nada tienen que ver con el narco ni con la política.
El mexicano no ha sabido exigir de sus líderes el comportamiento adecuado, el cumplimiento de promesas y obligaciones de cualquier estado. Anulado su espíritu de lucha, ha preferido padecer sin protestar, sin exigir, sin mostrarse disconforme ante las injusticias y los atropellos, dejándose seducir por la mordida y los negocios fáciles, sin calibrar las consecuencias. Ha supeditado sus intereses particulares ofreciéndose al político en turno para obtener beneficios en lugar de ganárselos con trabajo. Votando por la corrupción, la línea acomodaticia de vida se ha hecho cada vez más laxa, hasta liberar a los gobernantes de su obligación, mientras hacían la vista gorda y pactaban con los narcotraficantes a cambio de jugosas corruptelas, y cuyo poder ha ido in crescendo, hasta que este gobierno, en su ineficacia y falto de planeación, ha pretendido presumir de duro. Pero más duro es el muro con el que se ha topado. Hoy día es casi imposible pensar en algún político libre de intereses, corrupción o amenazas por el crimen organizado o narcotráfico. Y todos y cada uno de nosotros lo hemos permitido.
El cambio o solución no es más y mejor entrenada policía o ejército, o soldados enviados al matadero para enfrentarse con grupos mejor organizados que un gobierno incapaz y falto de ideas y soluciones, sino por ejemplarizarnos a nosotros mismos, por darnos cuenta que la falta de valores, la apatía, la dejadez, la falta de exigencia de derechos y obligaciones, lacera nuestros cimientos. Son la información y la educación, la lucha, el trabajo, la capacitación adecuada de cada profesional, para cumplir efectiva y eficazmente con el trabajo, para saber exigir nuestros derechos y hacerlos valer, para denunciar y exigir el esclarecimiento cuando existen daños, impidiendo las mordidas, exigiendo la destitución de criminales en el poder, y la desinformación con que nos manejan unos medios corruptos por el poder y el dinero tanto como los políticos para los que trabajan, las mejores armas para salir de la “colombianización” en la que hemos caído.
laurafdez27@hotmail.com
1 comentario:
Pobre pendeja.
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