Granada - Ideal MUNDO
Chávez amplía su frente contra Bush
Venezuela y Honduras se unen a Bolivia para retirar sus embajadores de Estados Unidos
Chávez amplía su frente contra Bush
Venezuela y Honduras se unen a Bolivia para retirar sus embajadores de Estados Unidos
13.09.08 -
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO M. L. DE GUEREÑO
En la Venezuela de Hugo Chávez todos los días son movidos. Pero en las últimas horas a la agitación por la denuncia de un complot para asesinar al presidente mediante un bombardeo del palacio de Miraflores se ha sumado la expulsión del embajador de Estados Unidos, Patrick Duddy, por solidaridad a una medida similar tomada por su homólogo de Bolivia, Evo Morales. El líder bolivariano internacionaliza así una crisis bilateral con Washington que amenaza con crear un efecto dominó, ya que también Honduras suspendió ayer la recepción de credenciales del nuevo jefe de la legación norteamericana. El origen del nuevo distanciamiento nació en Bolivia, con motivo de los violentos choques entre simpatizantes y civiles opuestos a su gobernante indígena. Los autonomistas iniciaron hace dos semanas una ola de asaltos a instalaciones estatales para conseguir que el Gobierno les devuelva parte del impuesto de los hidrocarburos. La violencia se salda hasta ahora con al menos nueve muertos y un centenar de heridos. Con pérdidas millonarias porque la explosión en un gasoducto obligó a cortar el suministro a Brasil, Morales acusó al embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg, de meterse en asuntos internos del país al apoyar a sus opositores y ordenó su expulsión. Un día después, lo que era un conflicto bilateral se internacionalizó. Chávez demostró ser amigo de sus amigos. «A partir de este momento tiene 72 horas el embajador yanqui en Caracas para salir de Venezuela, en solidaridad con Bolivia y el pueblo de Bolivia», dijo en un acto de su partido de cara a las elecciones regionales de noviembre. Luego ordenó: «Señor canciller (Nicolás) Maduro, mande por nuestro embajador antes de que lo echen de allá. Que regrese a la patria. Cuando haya un nuevo Gobierno en Washington lo mandaremos de nuevo», añadió. Y entre un mar de camisetas rojas y banderas venezolanas el líder bolivariano soltó algunas de sus 'lindezas': «Váyanse al carajo, yanquis de mierda. Ya basta de tanta mierda de ustedes, yanquis de mierda». Además, advirtió de que suspendería el suministro de petróleo a Estados Unidos -su principal cliente- si su Gabinete es agredido. «Hago responsable por el envío petrolero de Venezuela a aquel país si viniera alguna agresión hacia Venezuela. No habrá petróleo para el pueblo norteamericano». No es la primera vez que Chávez lanza esta amenaza, pero nunca la ha concretado. Magnicidio «comprobable»Con anterioridad a ese acto, en Carabobo, el jefe de estado bolivariano insistió en la denuncia formulada desde el programa de televisión 'La Hojilla', dirigido por el senador chavista Mario Silva, respecto al quinto intento de magnicidio «comprobable» desde 1999. Acusó de la tentativa «al imperio, los pitiyanquis y a los medios» e invitó a preparar un «contragolpe revolucionario». Según Chávez, «un grupo de oficiales retirados y en activo están siendo interrogados». A George W. Bush le dijo: «Caballero, váyase por donde tenga que irse y déjenos tranquilos a los pueblos de América Latina». Silva insistió en que difundió la grabación porque el plan para el magnicidio era claro. «Se habla de levantar en vuelo un avión F-16 armado para atacar el palacio de Miraflores, matar al presidente y a mucha gente que pudiera estar al lado del presidente». Por su parte, Chávez recordó que la presencia de aparatos militares rusos en territorio venezolano -otra noticia que ha levantado ampollas en Estados Unidos- corresponde a las relaciones de amistad entre ambas naciones. Un aviso para navegantes que muestra que Venezuela no estaría sola si es atacada. De todas formas, éste es un nuevo episodio en una larga historia de desencuentros desde su llegada al poder en 1999 para afianzar una revolución socialista para los pobres. El líder venezolano acusa a Washington de estar detrás del golpe de abril de 2002 y para la Casa Blanca él es una peligrosa influencia para la estabilidad democrática de la región. En 2005, Caracas suspendió la cooperación con la Agencia Antidroga Estadounidense (DEA) y acusó de espías a sus funcionarios. La Administración Bush incluyó a Venezuela entre los países que no luchan lo suficiente contra el narcotráfico. Un año más tarde, desde la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas, Chávez llamó «diablo» a George W. Bush. También le dedicó otros epítetos: «pendejo», «cobarde», «asesino», «genocida», «alcohólico», «borracho», «inmoral» y «lo peor de este planeta». Y, como colofón, en 2007, golpeó los intereses comerciales estadounidenses al nacionalizar proyectos dirigidos por las petroleras norteamericanas, lo que originó una multimillonaria batalla legal entre Venezuela y Exxon Mobil. La tensión no ha parado de crecer. La respuesta a la nueva escalada de tensión entre Venezuela y Estados Unidos no tardó. De inmediato, por el esperado principio de reprocidad, la Casa Blanca expulsó al embajador venezolano -ya requerido horas antes por Caracas- y, minutos más tarde, llegó por vía del Departamento del Tesoro en forma de sanción contra dos altos funcionarios del Gobierno de Chávez por su supuesta ayuda a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según Sean McCormarck, portavoz del departamento de Estado, las condenas «no están relacionadas» con la crisis diplomática actual sino con la investigación exhaustiva basada en correos electrónicos extraídos del ordenador de Raúl Reyes, que parece un pozo sin fondo para imputaciones. La medida congela los activos de los funcionarios chavistas Hugo Armando Carvajal Barrios y Henry de Jesús Rangel Silva, así como al hasta hace unos días titular del Ministerio del Interior y de Justicia de Caracas, Ramón Rodríguez Chacín. «Queda prohibido a todo residente estadounidense efectuar transacciones comerciales o financieras con tales activos», añade el Tesoro. De su contenido deducen que los dirigentes venezolanos ayudaron a la guerrilla a tomar contacto directo con el Gobierno de Venezuela, e incluso a una supuesta visita al palacio de Miraflores, sede oficial de la presidencia, así como a conseguir un préstamo por importe de 200.000 euros para comprar armas, de blanquear dinero del narcotráfico y de proporcionar documentos oficiales que facilitan a los guerrilleros el tránsito por la frontera común con Colombia.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO M. L. DE GUEREÑO
En la Venezuela de Hugo Chávez todos los días son movidos. Pero en las últimas horas a la agitación por la denuncia de un complot para asesinar al presidente mediante un bombardeo del palacio de Miraflores se ha sumado la expulsión del embajador de Estados Unidos, Patrick Duddy, por solidaridad a una medida similar tomada por su homólogo de Bolivia, Evo Morales. El líder bolivariano internacionaliza así una crisis bilateral con Washington que amenaza con crear un efecto dominó, ya que también Honduras suspendió ayer la recepción de credenciales del nuevo jefe de la legación norteamericana. El origen del nuevo distanciamiento nació en Bolivia, con motivo de los violentos choques entre simpatizantes y civiles opuestos a su gobernante indígena. Los autonomistas iniciaron hace dos semanas una ola de asaltos a instalaciones estatales para conseguir que el Gobierno les devuelva parte del impuesto de los hidrocarburos. La violencia se salda hasta ahora con al menos nueve muertos y un centenar de heridos. Con pérdidas millonarias porque la explosión en un gasoducto obligó a cortar el suministro a Brasil, Morales acusó al embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg, de meterse en asuntos internos del país al apoyar a sus opositores y ordenó su expulsión. Un día después, lo que era un conflicto bilateral se internacionalizó. Chávez demostró ser amigo de sus amigos. «A partir de este momento tiene 72 horas el embajador yanqui en Caracas para salir de Venezuela, en solidaridad con Bolivia y el pueblo de Bolivia», dijo en un acto de su partido de cara a las elecciones regionales de noviembre. Luego ordenó: «Señor canciller (Nicolás) Maduro, mande por nuestro embajador antes de que lo echen de allá. Que regrese a la patria. Cuando haya un nuevo Gobierno en Washington lo mandaremos de nuevo», añadió. Y entre un mar de camisetas rojas y banderas venezolanas el líder bolivariano soltó algunas de sus 'lindezas': «Váyanse al carajo, yanquis de mierda. Ya basta de tanta mierda de ustedes, yanquis de mierda». Además, advirtió de que suspendería el suministro de petróleo a Estados Unidos -su principal cliente- si su Gabinete es agredido. «Hago responsable por el envío petrolero de Venezuela a aquel país si viniera alguna agresión hacia Venezuela. No habrá petróleo para el pueblo norteamericano». No es la primera vez que Chávez lanza esta amenaza, pero nunca la ha concretado. Magnicidio «comprobable»Con anterioridad a ese acto, en Carabobo, el jefe de estado bolivariano insistió en la denuncia formulada desde el programa de televisión 'La Hojilla', dirigido por el senador chavista Mario Silva, respecto al quinto intento de magnicidio «comprobable» desde 1999. Acusó de la tentativa «al imperio, los pitiyanquis y a los medios» e invitó a preparar un «contragolpe revolucionario». Según Chávez, «un grupo de oficiales retirados y en activo están siendo interrogados». A George W. Bush le dijo: «Caballero, váyase por donde tenga que irse y déjenos tranquilos a los pueblos de América Latina». Silva insistió en que difundió la grabación porque el plan para el magnicidio era claro. «Se habla de levantar en vuelo un avión F-16 armado para atacar el palacio de Miraflores, matar al presidente y a mucha gente que pudiera estar al lado del presidente». Por su parte, Chávez recordó que la presencia de aparatos militares rusos en territorio venezolano -otra noticia que ha levantado ampollas en Estados Unidos- corresponde a las relaciones de amistad entre ambas naciones. Un aviso para navegantes que muestra que Venezuela no estaría sola si es atacada. De todas formas, éste es un nuevo episodio en una larga historia de desencuentros desde su llegada al poder en 1999 para afianzar una revolución socialista para los pobres. El líder venezolano acusa a Washington de estar detrás del golpe de abril de 2002 y para la Casa Blanca él es una peligrosa influencia para la estabilidad democrática de la región. En 2005, Caracas suspendió la cooperación con la Agencia Antidroga Estadounidense (DEA) y acusó de espías a sus funcionarios. La Administración Bush incluyó a Venezuela entre los países que no luchan lo suficiente contra el narcotráfico. Un año más tarde, desde la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas, Chávez llamó «diablo» a George W. Bush. También le dedicó otros epítetos: «pendejo», «cobarde», «asesino», «genocida», «alcohólico», «borracho», «inmoral» y «lo peor de este planeta». Y, como colofón, en 2007, golpeó los intereses comerciales estadounidenses al nacionalizar proyectos dirigidos por las petroleras norteamericanas, lo que originó una multimillonaria batalla legal entre Venezuela y Exxon Mobil. La tensión no ha parado de crecer. La respuesta a la nueva escalada de tensión entre Venezuela y Estados Unidos no tardó. De inmediato, por el esperado principio de reprocidad, la Casa Blanca expulsó al embajador venezolano -ya requerido horas antes por Caracas- y, minutos más tarde, llegó por vía del Departamento del Tesoro en forma de sanción contra dos altos funcionarios del Gobierno de Chávez por su supuesta ayuda a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según Sean McCormarck, portavoz del departamento de Estado, las condenas «no están relacionadas» con la crisis diplomática actual sino con la investigación exhaustiva basada en correos electrónicos extraídos del ordenador de Raúl Reyes, que parece un pozo sin fondo para imputaciones. La medida congela los activos de los funcionarios chavistas Hugo Armando Carvajal Barrios y Henry de Jesús Rangel Silva, así como al hasta hace unos días titular del Ministerio del Interior y de Justicia de Caracas, Ramón Rodríguez Chacín. «Queda prohibido a todo residente estadounidense efectuar transacciones comerciales o financieras con tales activos», añade el Tesoro. De su contenido deducen que los dirigentes venezolanos ayudaron a la guerrilla a tomar contacto directo con el Gobierno de Venezuela, e incluso a una supuesta visita al palacio de Miraflores, sede oficial de la presidencia, así como a conseguir un préstamo por importe de 200.000 euros para comprar armas, de blanquear dinero del narcotráfico y de proporcionar documentos oficiales que facilitan a los guerrilleros el tránsito por la frontera común con Colombia.
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